La Agricultura Urbana en El Alto, Bolivia, es sometido a Investigaciones Participativas en alianza con la Universidad de Córdoba, España y con el programa de intercambio y becas de política de desarrollo para estudiantes y jóvenes con formación profesional de Alemania, ASA.
La Investigación Participativa, realizada por la maestrante Lidia Barriga García, de la Universidad de Córdoba, ha evaluado el vínculo entre las huertas ecológicas familiares con las percepciones de felicidad, las razones por las que deciden no comercializar sus productos y su relación con su concepción del Vivir Bien.
Señalamos algunos de los principales hallazgos:
El autoconsumo de su producción orgánica genera autonomía frente a la oferta comercial de alimentos y les permite elegir una alimentación saludable y adecuada a su cultura.
El autoconsumo les facilita la satisfacción de la necesidad básica de subsistencia, al mismo tiempo que mejoran otros aspectos de su vida: alimentación saludable, mejoramiento de la salud, mejoramiento de las relaciones familiares y de la economía familiar.
Su concepción del alimento como “vida” evidencia su identidad holística, no solo nutricional. El alimento es el nexo que permite compartir, que construye comunidad, es una forma de demostrar cariño y también es un satisfactor de su bienestar personal, familiar, comunitario y ecológico.
Sus prácticas de cooperación y de reciprocidad con la Madre Tierra fomentan la creación de comunidad. Compartir, practicar el trueque y las donaciones son un acto de reciprocidad que incrementa la satisfacción personal y su identidad andina.
En conclusión, la agricultura urbana es una forma de vida, es una cultura de vida para alcanzar la seguridad y soberanía alimentaria y para la satisfacción de las Necesidades Humanas Fundamentales en convivencia, en armonía y equilibrio con la tierra y con la vida. Compartir el alimento es un elemento esencial para que todos y todas Vivamos Bien.